Me han llegado, a través de las redes sociales, unos versos que atribuyen
a Mario Benedetti. Me han llegado por esas redes que muy a menudo tachan de
in-humanas por desconectar a los que se encuentran cerca para conectar con los
que se encuentran lejos. Me han llegado, sin pretenderlo, a la pantalla fría
del terminal que sostengo entre mis manos y, sin previo aviso, me han conectado
conmigo mismo y han despertado en mí el deseo de conectar con las personas que
quiero.
Esto es más, mucho más, de lo que puedo esperar del
encuentro con mi vecino en el ascensor o mientras espero rodeado de gente a que
el semáforo me libere de esos 90 segundos de “tiempo perdido”, porque
normalmente voy con prisas.
Y por un momento he pensado que la “conexión” con
las personas –sobre todo con las que quiero- no depende del contexto si no de la actitud
con que me muevo.
Llegó a mi orilla existencial, como un
mensaje en una botella arrastrada por olas de espuma blanca digital. Una idea
que se me coló por entre los poros de la piel como la brisa marina: si quieres que algo ocurra
no esperes a que suceda, simplemente hazlo… y ocurrirá. Da igual si el contexto
es digital o no. Como “besar el alma”…
“El
alma no crece en los árboles, sin embargo se nutre de nuestro entorno, como el
cuerpo de la comida
El
alma necesita ser alimentada con visiones hermosas, palabras que llenen o por
quien sabe llenarlas de besos.
Besar
el alma es saber tener paciencia, comprensión, simplemente aceptar a las
personas como son.
Besar
el alma es abrazarte cuando hay soledad, cuando se está triste, sin decir nada,
solo sostenerse con ese abrazo de apoyo.
Besar
el alma es sentarse juntos cuando no hay necesidad de hablar, cuando solo hace
falta el silencio, cuando sobran las preguntas.
Besar
el alma es sentir otras manos que dan apoyo fortaleciendo esa esperanza de vida
y de compañía.
Besar
el alma es decir te quiero con la mirada…
Besar
el alma es fácil y es gratuito, solo falta que decidamos bajar del pedestal del
orgullo que muchas veces nos rodea y nos consume.
BESAR
EL ALMA
¿Cuántos
de nosotros necesitamos de ese beso en el alma que nunca llega y que se llama
ternura?
Pero
mientras llega ese beso, ¡besa tú el alma de los demás y pon el corazón en tu
mirada!”
2 comentarios:
Hace algunos años aprendí que eso que nos hace falta es lo que no estamos dando.
Hace muchos años que yo aprendí que nadie puede dar de lo que no tiene.
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