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Adiós querido Antonio Recuero Prieto (27 feb. 2021)


Adiós querido cantautor de la rúa de Vilar de Santiago de Compostela. ¿Cuántas veces hemos cantado bajo los arcos empedrados de tu calle? ¿Cuántas veces me sonreíste cuando yo pasaba con prisa? Y con la complicidad propia de los amigos empezabas a cantar “Soledad”: la canción que te cedí para tu primer disco. Lo sabías… sabías que entonces ya no podía seguir adelante. Sabías que lo dejaría todo para sentarme a tu lado, y cantar juntos aquella declaración de intenciones de nuestras almas, que al unísono daban vida a esos versos tan nuestros.

Ha sido Tere quién me ha comunicado tu partida: aquella chiquilla de lágrima fácil que vimos crecer entre canciones y cafés. Ahora es una mujer fuerte, de sonrisa amplia y profunda.

Hoy, maldita sea, la rúa de Vilar ha perdido parte de su alma. Hoy, los versos que escribí al partir de aquella tierra, dejando amigos de por medio, me resultan más amargos: “Ya llegaron los fríos a esta tierra de lluvia y piedra, de suelo verde y techo sombrío. Ya llegó el tiempo de los amigos, de tomar un café como excusa para encontrarse y compartirse…”. ¡Joder Antonio, nos quedaron demasiados cafés pendientes!

Aquí me quedo sin ti, con una guitarra que hoy llora tu partida de la manera más cruel: en silencio. Con dos reproches pendientes, ya sabes, cosas de amigos. Con tres canciones nuevas por compartirte. Con cuatro abrazos naufragando antes de llegar a tu orilla. Con cinco versos al aire, pendientes de que les pongas acordes. Con mil gracias contenidos.

¡Joder... Antonio, esto no se hace!  ¿Qué hago ahora con el reencuentro prometido? ¿Con las cervezas pendientes en los bares, donde dabas banda sonora a la fiesta de los encuentros? ¿Qué hago con esta pandemia de mierda que me ha quitado un amigo?...

Cántame “Soledad” otra vez, para navegar la pena.

Te la regalo una vez más para que hagas del final un principio:

“Alborada de un nuevo destino,

entre el cielo y la tierra

un cruce de caminos,

una llama al viento que tiembla de sed

pasión y pensamiento.

 

Una hoja de otoño que aprendió a morir,

y el llanto de un niño que empieza a vivir;

es como el agua del río que va a parar al mar.


Soledad...

rosa de cristal que rompió al caer

música callada

lágrimas marchitas de felicidad.”


1 comentarios:

Sobran las palabras... Todo lo que escribes es puro sentimiento... Cuantos momentos compartidos, cuántas tardes cantando juntos esa maravillosa canción bajo los arcos que escuchaban en silencio cada nota. Al leerte se escurren varias lágrimas, por esos recuerdos, por los momentos que ya no podrán ser, por maldecir la distancia entre amigos que se quieren... Lanzo un hasta siempre y un gracias por llegar al alma con esa mágica voz..

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