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Serás feliz, dijo la vida, pero primero te haré fuerte



Recojo esta reflexión de la página: “La mente es maravillosa”, para poder releerla en algún mal momento y recordarme que es en nuestra debilidad dónde nos hacemos fuertes.

No he podido evitar pensar en San Pablo cuando decía: “…pues, cuando estoy débil, entonces es cuando soy fuerte.” (IICor. 12,10)

Serás feliz, dijo la vida, pero primero te haré fuerte

Serás feliz, dijo la vida, pero primero te haré fuerte. Te haré resiliente. Te haré renacer. Te ayudaré a sostener los bandazos, a remar contra viento y marea, a aprender y a abrir con suavidad el tesoro de la fortaleza emocional.

Porque yo, la vida, me compongo de buenos y malos momentos, de dificultades y de oportunidades, de momentos especiales, de huellas, de cicatrices, de compañía, de soledad, de ansiedad, de sosiego y de esa sabiduría que reflejamos tras los tropiezos más caóticos.

Y es que cuando examinamos nuestra historia comprendemos que todo aquello que vivimos conforma nuestra personalidad; pues el dolor de las heridas nos construye y nos ayuda a aceptar, afrontar y transformarnos en las adversidades.

Porque nunca sabemos lo fuertes que somos
hasta que ser fuertes es nuestra única opción.
Es en este momento en el que nos vemos
obligados a contemplar otras realidades más diversas
y menos centradas en nosotros mismos y los deseos.

Y es que, tal y como en su día dijo la experta en duelo Elisabeth Kübler- Ross, “las personas más bellas con las que me he encontrado son aquellas que han conocido la derrota, conocido el sufrimiento, conocido la lucha, conocido la pérdida, y han encontrado su forma de salir de las profundidades. Estas personas tienen una apreciación, una sensibilidad y una comprensión de la vida que los llena de compasión, humildad y una profunda inquietud amorosa. La gente bella no surge de la nada”.