Os dejo un resumen de la introducción del libro de Elsa Punset, "Brújula para navegantes emocionales". Recomiendo su lectura… difícilmente podrás comprar tanto por tan poco dinero.
Navegar
sin naufragar por el mundo de las emociones requiere una brújula. Porque no
basta con amar: hay que amar de forma incondicional. No basta con escuchar: hay
que escuchar atentamente. No basta con llorar: hay que aprender a superar el
dolor. No basta con intentar resolver los problemas de quienes amamos: hay que
ayudarles a responsabilizarse y a sobreponerse a los obstáculos.
Cuando
necesitan una solución no basta con darles nuestra solución: debemos ayudarles
a encontrar sus propias soluciones. Si tenemos hijos, no basta con alumbrarles
y proyectar en ellos nuestras esperanzas. Necesitan que les eduquemos con amor
incondicional y un día, cuando ellos sientan que están preparados para
enfrentarse solos a la vida, les dejemos ir en libertad. Para seguir nuestro
camino, sin miedo.
Es
importante enseñar a los niños a gestionar sus emociones, para asegurar
mejores niveles de felicidad personal y de convivencia social.
Inteligencia
emocional: suma de habilidades emocionales y sociales, comprende dos ámbitos el
conocimiento y gestión de nuestras propias emociones y el conocimiento y
gestión de las emociones de los demás. Desarrollar las herramientas que mejoran
nuestra inteligencia emocional exige ante todo esfuerzo de tomar nuestras propias
emociones en serio, pero eso es algo para lo que no nos han entrenado.
A
los padres se les dan, generalmente, normas para corregir el comportamiento del
niño, pero se ignoran los sentimientos y las emociones que causan y
subyacen tras este comportamiento. Para los padres la educación emocional
significa llegar a comprender los sentimientos de los hijos y ser capaces de
calmarlos y guiarlos.
Cuando
los padres ofrecen empatía a sus hijos y les ayudan a enfrentarse a las
emociones negativas – a la ira, a la tristeza o el miedo- se crean lazos de
lealtad y de afecto entre padres e hijos.

La
vida humana es compleja. Como individuos nos enfrentamos a un sinfín de
decisiones diarias que poco a poco van conformando nuestra existencia.
Pero también dependemos, y somos a la vez referencia ineludible, de muchos
otros seres humanos: padres, hijos, amantes, compañeros de trabajo… compaginar
este conjunto de afectos y de obligaciones con nuestros intereses individuales
puede resultar conflictivo y confuso, sobre todo cuando las demandas de quienes
nos rodean parecen excesivas o cuando nuestras fuerzas flaquean.
Lo
natural en la vida son los conflictos y las crisis. Son inevitables. Lo
importante es conocer y saber manejar las herramientas básicas para
resolverlos, porque de lo contrario impedimos los procesos de transformación y
evolución que deberían acompañar nuestras vidas. Somos seres vivos y como
tales nuestro destino es la transformación.
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