Poema de Francisco Luis Bernárdez
Si para recobrar lo recobrado
debí perder primero lo perdido,
si para conseguir lo conseguido
tuve que soportar lo soportado,
si para estar ahora enamorado
tuve que estar primero herido,
tengo por bien sufrido lo sufrido,
tengo por bien llorado lo llorado.
Porque después de todo he comprobado
que no se goza bien de lo gozado
sino después de haberlo padecido.
Porque después de todo he comprendido
por lo que el árbol tiene de florido
vive de lo que tiene sepultado.
Este
poema me ha hecho pensar que entendemos el sentido de nuestra vida cuando
miramos hacia atrás y hacemos una relectura de la misma.
Lejos
de abogar por la melancolía, o el miedo a los cambios, confieso que encuentro
un peligro inherente en el ritmo vertiginoso con que se suceden los avances
tecnológicos. Todo cambia muy deprisa siendo literalmente imposible
asumir tales cambios. Esto nos hace estar demasiado atentos al futuro
inmediato, y nos sitúa ante la vida en el aquí y el ahora, con la mirada puesta
en el mañana. Parece como si todo, incluso nosotros, seamos posibilidad y
futuro, nada más. Esto no está del todo mal, pero si perdemos la memoria
histórica empezaremos a perder el rumbo, porque somos también historia, raíz,
memoria… No sólo corremos el riesgo de repetir los mismos errores, sino que
además vamos perdiendo la capacidad de ahondar en las cosas, y en nosotros
mismos. De hacernos preguntas fundamentales, de sentido y no de utilidad.
Nos
entendemos mirando hacia atrás y encontrando el sentido de nuestra historia,
reconociendo las conexiones que nos entretejen. Esto nos fundamenta pero no nos
condiciona irremediablemente en caso que nuestra memoria sea desierto y hastío.
Estamos decidiendo constantemente nuestro futuro a cada paso que damos. Siempre
podemos ser mejores. Pero no solo es importante saber la meta sino también el
punto de partida.
P.D.
Es mejor hacer el camino en compañía.
Redes...