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Van pasando los años...


Cada vez hay menos tiempo para las cosas de siempre que nos reclaman más empeño, y vamos siendo menos dueños de la memoria y de los recuerdos que nos reclaman más a menudo sin piedad… con ternura.

El tiempo deja de medirse según lo que queda por lograr y la impaciencia se rinde ante la evidencia de que la tarea no es más que lograr un espacio para el amor, para una mirada limpia de gesto amable, para el silencio elocuente desde la herida templada a golpes de comprensión y dudas.

Mientras tanto las vidas de nuestra vida juguetean a nuestro alrededor esparciendo esperanzas y haciendo que todo sea mejor desde unas manos pequeñas que no abarcan apenas nada y lo abrazan todo sin medir qué o a quién.

El otoño, indiferente a nuestros deseos, se presenta sin previo aviso y se cuela en nuestra morada mientras susurra que nada se pierde de cuanto se dio.

Van pasando los años…

Cada vez hay menos tiempo para las cosas de siempre que nos reclaman más empeño, pero… ¿dónde fueron los sueños jamás logrados?, ¿dónde la nada de los deseos vanos?, ¿dónde la voluntad de unas manos acostumbradas a detenerse más bien poco o nada?, ¿dónde?...
Puede que estén en la raíz, en ese fondo oscuro engendrado de silencios que nos habita irremediablemente. Allí donde se terminó encontrando más de lo que se esperaba. Allí donde el alma rompe poco a poco como la semilla aprisionada por su propia tierra sin fuerzas ya para retener más tiempo el nuevo germen. Porque somos precisamente eso: ocaso y amanecer. Morir a la vida… continuo morir a la vida.

Morir a la vida sujetando con la voluntad desnuda lo único que nos pertenece: lo que hemos vivido.

No hay posesión mayor ni mayor herencia que el tiempo compartido. Ese que nos habita sin pretenderlo y nos acerca, y hace que nos encontremos y reencontremos más allá de la distancia y el tiempo. La vida se hace entonces sacramento inesperado. Un olor, una imagen, un sonido… y estamos juntos a pesar de vivir inmersos en un mar de despedidas y naufragios. Surge entonces la certeza de que el amor es eterno y la vida nos ha ido tallando a golpes de luz y sombra para vivirlo... para entenderlo.