Redes...

¿Pienso luego existo?

“Pensar no es suficiente. Ni siquiera pensar positivamente es suficiente… Tenemos el reto pendiente, y urgente, de cerrar el abismo entre cómo pensamos y cómo vivimos. O si lo prefieres, entre lo que decimos y lo que hacemos. “Tu vida es tu mensaje”, dijo Gandhi. Y podía haber añadido que tu vida es, también, tu obra. Porque no eres lo que dices, eres lo que haces.”
(Elsa Punset-El mundo en tus manos-Ed.Destino-2014)

Las redes sociales, los blogs, la tecnología en general ha facilitado el intercambio de ideas más allá de lo que jamás hubiéramos pensado. Hoy publico algo en España y en cuestión de segundos ha llegado a México, Hong Kong, Nueva Zelanda, Marruecos… El intercambio de ideas y de información es cada vez más universal. Hemos creado por fin un espacio en territorio de nadie dónde “convivir” y “relacionarnos”.

Pero, ¿realmente es así?, ¿nos relacionamos y convivimos en la red?, ¿hasta que punto el acceso a información en tiempo real nos moviliza, nos implica hasta el punto de hacernos reaccionar?.

Puede que en muchos aspectos esté ocurriendo lo contrario. El exceso de información embota y confunde hasta el punto de llegar a insensibilizarnos frente a los acontecimientos. Pasamos rápidamente de una información a otra buscando aquella que nos atrae, independientemente de si es o no verdadera o contrastada. Somos más subjetivos, y en muchos casos creemos que estamos comprometidos con muchas causas por el mero hecho de colgar una foto-mensaje en Facebook o un vídeo en YouTube.  Pero la transformación social que hace falta, a todos los niveles, supera con creces el reenvío de whatsapps o el retweet.

Urge dar pasos más allá de las pantallas, sean de las pulgadas que sean…
Las ideas transforman el mundo, pero si éstas no se materializan estaremos construyendo un mundo de ideas.

La esclavitud de mujeres y niños por parte de empresas textiles debe ser denunciada, pero si me da igual a quien compro mi ropa, me guste o no, me hago cómplice de ellos. El coltán que hay en mi móvil de última generación puede que sea inevitable, pero si reciclo demasiado a menudo mis dispositivos me convierto en una especie de “inversor” de las “minas de la muerte”, y así podríamos seguir poniendo miles de ejemplos.

Dicho esto, pongo también de manifiesto que el problema real no son las redes, sino el uso que hacemos de ellas…

Pero de esto hablaré en el siguiente artículo: “El poder de las redes sociales”