“…quería
vivir intensamente;
quería
sacarle el jugo a la vida.
Desterrar
todo lo que no fuese vida, para así,
no
descubrir en el instante de mi muerte
que no
había vivido”.
Henry D.
Thoreau
No puedo evitar que me ocurra siempre lo
mismo: la sensación agridulce cuando estoy terminando un libro junto a la intriga y el
deseo de comenzar el siguiente. Es casi es un ritual la preparación de la nueva
lectura: la elección del tema, conocer de antemano si hay una continuación (por
ejemplo, si forma parte de una trilogía pendiente o ya editada), leer una breve
biografía del autor… Gracias a internet, esto es sencillo.
El manuscrito pendiente queda entonces
suspendido en el tiempo, a la espera, expectante… como yo, y me sumerjo con
entusiasmo en el desenlace final que tengo entre manos. Sin pausa, pero sin ninguna
prisa. De hecho el siguiente libro que leeré trata sobre la prisa, bueno… para
ser más correctos, sobre la lentitud: ELOGIO DE LA LENTITUD de Carl Honoré.
La reseña que parece en “casadellibro.com”, es la
siguiente:
“¿Por qué tenemos siempre tanta prisa?,
¿cómo se cura esa auténtica enfermedad que es nuestra actitud ante el tiempo?
¿Es posible, e incluso deseable, hacer las cosas con más lentitud? Vivimos en
la era de la velocidad. El mundo que nos rodea se mueve con más rapidez de lo
que jamás lo había hecho. Nos esforzamos por ser más efi
A veces hay que
esperar,
que no han de durar
eternamente.
Redes...