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Fotografía de Antonio Ruiz Andrade / Ceuta, "el foso" |
Gracias Jaime
Sabines, por la esperanza desde la noche
por apuntar hacia la luna
henchido de buenos deseos
por latir con corazón de niño desde la madurez
por una sabiduría tan llana y sencilla…
Esta noche me pondré bajo el amparado de la luna y,
mientras leo “El principito” de Antoine de
Saint-Exupéry, brindaré con un buen vino por la vida…
…por cada noche oscura que me obligó a mirar hacia
arriba y descubrir que la belleza y la esperanza están esperando a ser
encontradas por muy lóbrego que sea el camino.
La luna se puede tomar a cucharadas
o como una cápsula cada dos horas.
Es buena como hipnótico y sedante
y también alivia
a los que se han intoxicado de filosofía.
Un pedazo de luna en el bolsillo
es mejor amuleto que la pata de conejo:
sirve para encontrar a quien se ama,
para ser rico sin que lo sepa nadie
y para alejar a los médicos y las clínicas.
Se puede dar de postre a los niños
cuando no se han dormido,
y unas gotas de luna en los ojos de los ancianos
ayudan a bien morir.
Pon una hoja tierna de la luna
debajo de tu almohada
y mirarás lo que quieras ver.
Lleva siempre un frasquito del aire de la luna
para cuando te ahogues,
y dale la llave de la luna
a los presos y a los desencantados.
Para los condenados a muerte
y para los condenados a vida
no hay mejor estimulante que la luna
en dosis precisas y controladas.
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