Redes...

Transformemos el mundo desde el afecto y la ternura

Cuadro de OSWALDO GUAYASAMIN. 
Título: “Ternura”
Con esta reflexión Cristianismo y Justicia clausuraba el 2015 y recibía el 2016. La recojo porque creo que hay leerla y releerla. Desde luego el reto es hermoso: “transformemos el mundo desde el afecto y la ternura”.

Cristianisme i Justícia.

Mirando el mundo tal y como está no hay duda de que necesita una revolución. Necesita una revolución ecológica, política, social y económica, pero fundamentalmente necesita una revolución del afecto y la ternura. No nos podemos permitir ni un minuto más amar y amarnos tan poco y tan mal. Nuestro cuerpo, nuestra psicología y nuestro corazón ya no resisten más odio, desesperanza y egoísmo. No podemos con más desconfianza, más miedo y más indiferencia. Estamos hechos para el amor.

Somos seres limitados. Vivimos en un cuerpo con necesidades concretas e ineludibles que van cambiando a lo largo de la vida. Nuestra psicología se rompe cuando traspasamos sus límites. No podemos vivir ignorando la realidad de nuestra fragilidad y finitud. No podemos eludir nuestra necesidad de los demás, porque no podemos vivir sin amor ni reconocimiento.  Nos necesitamos los unos a los otros, para sentir el calor de la estima y la amistad, para consolarnos de nuestra contingencia, para acompañarnos en nuestra soledad esencial. Nos necesitamos para sentirnos vivos, nos necesitamos para estar vivos.

No hay afecto sin el otro a quien amar. El afecto se expresa con palabras, gestos, actitudes y hechos. El afecto coge a toda la persona, transforma la cabeza, el corazón y los sentidos. En el abrazo, nos abrazan; en la mirada a los ojos, nos miran; en la cordialidad, el corazón se calienta; en la caricia, nuestra piel se siente reconfortada…No hay riqueza que compre el afecto o que destierre el odio, ni hay dinero que construya la esperanza y la confianza. Es tarea de cada uno de nosotros en la desnudez de nuestra humanidad y es tarea de toda la comunidad humana, confiando, eso sí, en que en el corazón de cada hombre y cada mujer Dios ha sembrado ya la simiente del Amor. Sin afecto y ternura, sin dedicar tiempo y energía a cuidarnos, estamos externalizando costes. Lo pagan nuestro cuerpo y nuestra psicología, lo pagan los más vulnerables y los excluidos de este mundo, lo paga la naturaleza, lo pagan las mujeres, lo pagan los niños y las niñas, las relaciones de vecindad, la familia, los amigos. En la vida concreta y limitada que nos ha sido dada, hay que dejar de hacer algunas cosas, liberar tiempo y energía, para poder amar y cuidar con afecto y con ternura.

En un mundo hostil a la Vida y a la humanidad, que nos endurece el corazón y nos desintegra, reivindicamos la revolución del afecto y la ternura. Afecto y ternura por decisión, porqué sí, como tarea en la cual entrenarse y dedicar tiempo y esfuerzo, como punto de partida, como lentes con las que mirar el mundo y las personas, como filtro para juzgar e instrumento para actuar.