El amor es más hermoso si aprendemos a compartirlo
Nuestra
personalidad emocional se va formando desde que nacemos, por eso, si hemos
tenido una infancia poco dichosa, puede afectar a nuestras relaciones futuras.
Intenta disfrutar del amor y compártelo con los que te rodean.
El
amor es la emoción más poderosa del ser humano, y a su vez, la más compleja. No
todo el mundo sabe amar de manera inteligente, no todos entienden que querer no
es poseer, sino construir permitiendo a su vez las individualidades.
A
menudo, suele decirse aquello de que el amor es más hermoso si se comparte y,
aunque parezca una simple frase hecha, encierra en realidad diversos aspectos y
dificultades psicológicas que queremos compartir contigo.
El amor se entiende, se observa y se aprende
A
pesar de que el cariño es la fuerza más noble que puede expresar cualquier ser
vivo, en el caso del ser humano esconde en realidad algunos aspectos que todos deberíamos
comprender y que, seguramente, hasta nos sorprendan.
El amor se observa
Pensemos
en un niño de cuatro años que debe vivir cada día en un ambiente familiar
cargado de conflictos, agresiones, palabras humillantes y violencia física o
verbal.
La
imagen que esta criatura obtendrá sobre lo que es el amor será muy diferente a
la de ese otro niño que tiene la fortuna de crecer en una familia afectuosa y
cálida.
Los
niños interiorizan los ejemplos que les aportan los adultos.
Si
en nuestra infancia sufrimos carencias afectivas, entenderemos el amor como una
necesidad vital que debe cubrir esas heridas. Corremos el riesgo de
convertirnos en “demandantes de afecto, pero no en constructores del amor”.
Otro
aspecto que debemos tener en cuenta es que, si en esos primeros años de vida,
esa relación con nuestra madre, nuestro padre y otros familiares está basada en
el desprecio, la falta de apego o un vínculo dañino, ese niño puede llegar a
pensar que “no merece ser amado”.
Todos
estos ejemplos nos llevan a la conclusión que la forma en que amemos en
nuestras edades adultas depende sobre todo de la calidad emocional de nuestra
infancia. De lo que hayamos observado.
corazón-amor
El
amor se entiende y se aprende.
Nadie
viene al mundo con el manual sobre cómo construir la relación perfecta, la más
feliz y duradera.
Aunque
nuestra infancia haya sido saludable, aunque entendamos que querer es respetar
y saber construir entre dos, algo que aprendemos también desde muy temprano es
que no todo el mundo nos ama como nosotros esperamos.
Las
personas somos complejas y hemos de hacer frente a esa dificultad inherente que
existe a la hora de establecer una relación afectiva. En ocasiones, no basta
con querer.
De
hecho, a pesar de lo que podamos creer el amor nunca es suficiente para que una
pareja sea feliz.
Además
del cariño, debe existir la consideración, la comunicación, la empatía, la
apertura emocional y el saber respetar espacios personales mientras construimos
un espacio en común.
No
obstante, todos estos aspectos los vamos aprendiendo con el tiempo.
Porque
de toda relación se aprende. Nos comprendemos mejor a nosotros mismos y, a su
vez, logramos ser más intuitivos para saber qué tipo de personas pueden
ajustarse a nuestras necesidades, características y afectos.
Cuando el amor se comparte, todos ganamos
El
mundo, sin duda, iría mucho mejor si todos comprendiéramos el valor del
respeto, esa necesidad de entender y respetar a los demás como parte de uno
mismo.
Porque
si el amor se compartiera y no se entendiera como un chantaje egoísta donde
encontrar algo a cambio, nuestra realidad sería un escenario mucho más hermoso.
Redes...