Mira que estoy a la
puerta y llamo...
Es verdad. Estoy a la
puerta de tu corazón, de día y de noche. Aun cuando no estés escuchando, aun
cuando dudes de que pudiera ser Yo, ahí estoy; esperando la más pequeña señal
que me permita entrar. Quiero que sepas que cada vez que me invitas, Yo vengo siempre,
sin falta. Vengo en silencio e invisible, pero con un poder y un amor
infinitos, trayendo los muchos dones de mi Espíritu. Vengo con mi misericordia,
con mi deseo de perdonarte y de sanarte, con un amor hacia ti que va más allá
de tu comprensión.
Te conozco como la
palma de mi mano, sé todo acerca de ti, hasta los cabellos de tu cabeza he
contado. No hay nada en tu vida que no tenga importancia para mí. Sé lo que hay
en tu corazón, conozco tu soledad y todas tus heridas, los rechazos, las
humillaciones, Yo lo sobrellevé antes que tú. Y todo lo sobrellevé por ti, para
que pudieras compartir mi fuerza y mi victoria. Conozco, sobre todo, tu
necesidad de amor.
Venid a Mí todos los
que tenéis sed... Yo te saciaré y te llenaré. ¿Tienes sed de amor? Te amo más
de lo que puedes imaginarte... hasta el punto de morir en la cruz por ti.
Tengo sed de ti. Sí,
esa es la única manera en que apenas puedo empezar a describir mi amor: Tengo
sed de ti. Tengo sed de amarte y de que tú me ames. Ven a Mí y llenaré tu
corazón y sanaré tus heridas. Te haré una nueva criatura y te daré la paz aun
en tus pruebas. Tengo sed de ti. Nunca debes dudar de mi misericordia, de mi
deseo de perdonarte, de mi anhelo por bendecirte y vivir mi vida en ti, y de
que te acepto sin importar lo que hayas hecho. Tengo sed de ti. Si te sientes
de poco valor a los ojos del mundo, no importa. No hay nadie que me interese
más en todo el mundo que tú. Tengo sed de ti. Ábrete a mí, ven a mí, ten sed de
mí, dame tu vida.
Confía en mí. Pídeme
todos los días que entre y que me encargue de tu vida y lo haré. Te prometo
ante mi Padre en el cielo que haré milagros en tu vida. Lo único que te pido es
que te confíes completamente a mí. Yo haré todo lo demás.
Todo lo que has
buscado fuera de mí sólo te ha dejado más vacío; así que no te ates a las cosas
de este mundo, pero, sobre todo, no te alejes de mí cuando caigas. Ven a mí sin
tardanza porque cuando me das tus pecados, me das la alegría de ser tu
Salvador. No hay nada que Yo no pueda perdonar y sanar, así que ven ahora y
descarga tu alma. No importa cuánto hayas andado sin rumbo, no importa cuántas
veces me hayas olvidado, no importa cuántas cruces lleves en esta vida; hay
algo que quiero que siempre recuerdes, y que nunca cambiará: tengo sed de ti,
tal y como eres. No tienes que cambiar para creer en mi Amor; tu confianza en
ese Amor te hará cambiar.
Tú te olvidas de mí
y, sin embargo, Yo te busco a cada momento del día y estoy a las puertas de tu
corazón, llamando. ¿Encuentras esto difícil de creer? Entonces mira mi Cruz,
mira mi corazón que fue traspasado por ti. ¿No has comprendido mi Cruz? Escucha
de nuevo las palabras que dije en ella, pues te dicen claramente por qué Yo
soporté todo esto por ti: Tengo sed. Sí, tengo sed de ti. Como el resto del
salmo que Yo estaba rezando dice de mí... 'esperé compasión inútilmente, esperé
alguien que me consolara y no lo hallé'. Toda tu vida he estado deseando tu
amor. Nunca he cesado de buscarlo y de anhelar que me correspondas; tú has
probado muchas cosas en tu afán por ser feliz. ¿Por qué no intentas abrir tu
corazón, ahora mismo, más que antes?
Cuando finalmente
abras las puertas de tu corazón y te acerques lo suficiente, entonces me oirás
decir una y otra vez, no en meras palabras humanas, sino en espíritu: No
importa qué es lo que hayas hecho, te amo por ti mismo. Ven a mí, con tu
miseria y tus pecados, con tus problemas y necesidades, y con todo tu deseo de
ser amado. Estoy a la puerta de tu corazón y llamo. Ábreme, porque tengo sed de
ti...
Madre Teresa de Calcuta
Redes...