Extractos
del libro: “Humanoffon.
¿Está
internet cambiándonos como seres humanos?”
de Andy Stalman
“Los
libros de autoayuda se multiplican, enseñándonos cómo convertir lo negativo en
positivo lo más rápido posible, para poder volver al camino de la felicidad
estipulada sin demasiada demora. Los manuales del éxito rápido o de la
autoayuda ya reemplazan a las antiguas religiones que también prometían una
felicidad, aunque ésta no era inmediata, urgente ni material como en nuestros
días, sino que podía esperar a la vida siguiente. Evidentemente, nuestra
búsqueda de la felicidad siempre ha estado presente en nuestro componente
humano, aunque quizá la tecnología no fuera el camino utilizado en el pasado.
Nuestra
relación con la tecnología podría estar cursando una fase infantil, en tanto en
cuanto todo es tan nuevo que nos sentimos aturdidos y obsesionados por ella y
se ha vuelto tan simbiótica que difícilmente podríamos sobrevivir sin ella. De
manera natural nos ausentamos del offline, de lo que pasa y de lo que nos pasa.
Esta ausencia de límites en el uso de la
tecnología está provocando todo tipo de crisis, pero las más cercanas y
dolorosas tienen que ver con el ámbito de la familia (las crisis de las parejas
y las crisis con los hijos). La presencia de internet no es lo que
nos ha empujado a esta crisis, sino el mal uso del tiempo que dedicamos a estar en la red. En la era digital, este
principio está marcado por una actitud infantil frente la nuevo juguete de la
humanidad que es internet, y nuestro manejo torpe y poco equilibrado demuestra
la dificultad que tenemos para adaptarnos a los cambios que introduce un nuevo
mundo al ya existente.
Esta
era digital, la de los grandes avances tecnológicos y científicos, ha llevado
al ser humano a encontrarse atrapado en un laberinto. Un camino complejo
marcado por el deslumbramiento de lo nuevo, que, al ser desconocido, nos exige
un esfuerzo mayor de adaptación a un modelo que aún no sabemos encajar bien en
nuestra antigua vida. Llevar el dispositivo móvil a mano y usarlo
compulsivamente es un síntoma del meollo emocional en el que estamos inmersos.
Dispositivos
que descargan nuestra ansiedad, ocupan casi todo nuestro tiempo y cubren todos
los espacios posibles de soledad o de encuentro fuera de la red.
Entonces,
entre tantas conexiones nuevas de
tecnología, redes sociales e internet, ¿cuáles son los aspectos que nos hacen
más humanos? ¿Compartir nos define como humanos? ¿Somos lo que compartimos?
¿Nos tomamos el tiempo para vivir completamente todo aquello que tan
urgentemente deseamos compartir? ¿Es la necesidad imperiosa de compartirlo
todo, en realidad, una necesidad de afecto virtual? ¿Está internet cubriendo,
además de los aspectos operativos y funcionales, la necesidad de afecto del ser
humano? De entre todas las cuestiones
referentes a la realidad del hombre, hay dos en particular que se han
acrecentado con la irrupción de la era digital: la soledad y el “hacer”
permanente.
Redes...