Reglas
para un caballero, guía para una vida noble, de Ethan Hawke, es el libro que
todo caballero moderno, o aspirante a serlo, debería tener en su mesita de
noche.
No
hacen falta gestas, dragones, ni princesas para justificar una vida noble. Hay valores
que trascienden al paso del tiempo y se han ido transmitiendo de generación en
generación de muchas formas: leyendas, historias, refranes, canciones, etc.
En
este libro encontrarás grandes cuestiones: la soledad, la humildad, el perdón,
la sinceridad, el coraje, la gracia, el orgullo o la paciencia, tratada de
manera sencilla, amena y original. En manos del lector queda recorrer los
caminos que se citan en esta especie de “memoria caballeresca” de la que
ofrezco un extracto:
“En
una ocación, una bochornosa noche de agosto, mi abuelo y yo acampamos junto al
mar.
-Te
estoy instruyendo sobre el arte de la guerra -empezó a decir-, pero quiero que,
al margen de ello, tengas presente que la lucha más encarnizada se produce
entre dos lobos que viven en el interior de todos nosotros.
Dos
lobos? pregunté, y me senté en un tronco seco junto al fuego. Las llamas, que
se retorcían sin descanso a merced del aire de la noche, me tenían hechizado.
-Uno
de los lobos es el mal -continuó mi abuelo- Es el enojo, la envidia, la
codicia, la arrogancia, la auto- compasión, la culpa, el resentimiento, la
inferioridad, el engaño y el falso orgullo. -Hizo una pausa, removió las ascuas
de nuestra hoguera con un palo largo que había estado preparando para esa tarea
y después continuó-. El otro es el bien. Es la alegría, el amor, la esperanza,
la serenidad, la humildad, la amabilidad, el perdón, la empatía, la
generosidad, la verdad, la compasión y la fe.
Reflexioné
un momento sobre lo que acababa de decir y al final pregunté vacilante:
-Y
qué lobo resultará vencedor?
Unas
chispas salieron volando en dirección a las estrellas. El anciano se quedó
mirando fijamente el resplandor de las llamas. Finalmente respondió:
-El
que cada cual decida alimentar.”
Si
el destino existe lo forjamos día a día con nuestras decisiones. Aun así no sólo
somos posibilidad y futuro pues lo que hemos vivido nos configura, eso sí, sin
llegar a determinarnos.
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