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El Oasis


Recupero un pequeño cuento que circula por ahí: "El Oasis".

Habla sobre algo que, con el tiempo, he descubierto que es cierto: nuestra actitud no sólo nos define y refleja, sino que, además, nos predispone a encontrar aquello que se asemeja a lo que somos. No siempre es así. Pero es más probable que suceda de esa manera.

Por otro lado, a la hora de juzgar a los demás, y situarnos al margen de sus luces y sombras, he asumido tres ideas que me acompañan siempre y me ayudan mucho a la hora de relacionarme con todo el mundo: “somos barro”, “estamos hechos del mismo barro”, “somos tesoros en vasijas de barro”. Las he cogido de la espiritualidad cristiana y me hacen caminar más ligero. Me transmiten esperanza en el ser humano y en mí mismo.

El Oasis
“A un oasis llega un joven, toma agua, se asea y pregunta a un anciano que se encuentra descansando:
– ¿Qué clase de personas viven aquí?
El anciano le pregunta:.
– ¿Qué clase de gente había en el lugar de donde tu vienes?
– Un montón de gente egoísta y mal intencionada – replicó el joven.
– Estoy encantado de haberme ido de allí.
A lo cual el anciano comento:
– Lo mismo habrá de encontrar aquí.
Ese mismo día otro joven se acercó a beber agua al oasis y viendo al anciano preguntó:
– ¿Qué clase de personas viven en este lugar?
El viejo respondió con la misma pregunta: .
– ¿Qué clase de personas viven en el lugar de donde tu vienes?
– Un magnifico grupo de personas, honestas, amigables, hospitalarias, me duele mucho haberlos dejado.
– Lo mismo encontrarás aquí, – respondió el anciano.
Un hombre que había escuchado ambas conversaciones le preguntó al viejo:
– ¿Cómo es posible dar dos respuestas tan diferentes a la misma pregunta?
A lo cual el viejo contestó:
– Cada uno de nosotros solo puede ver lo que lleva en su corazón”.

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