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Ojalá...


"Comienzo" Cuadro de Esther Porta

Reflexiones mientras miro por la ventana, 
durante el tiempo de pandemia,
ante un sol de primavera que lo acaricia todo.

Poco a poco la "normalidad" quiere abrirse paso entre nuevas rutinas, pero la vida ha cambiado para muchos. Durante estos meses se han perdido trabajos, se han perdido familiares y amigos, y hasta el corazón se siente confinado, ahí dentro, en muchos aspectos. Paro otros, por desgracia, la vida es igual: sus hijos mueren de hambre o por falta de una aspirina, o son esclavos en minas que son un infierno, y no hay agua, ni hospitales, ni colegios, ni derechos, ni futuro... Para muchos las fronteras cerradas no es cosa de ahora, de la pandemia. Para algunos, como los misioneros y misioneras, la única opción sigue siendo la misma: no rendirse a la desesperanza, apostar en favor de la humanidad, aunque esta parece seguir revelándose contra sí misma, poner alma y espíritu en cada herida: las ajenas y las propias, y encarnar a un Dios que quiere resucitar en cada cruz.

Ojalá que en medio de este deseo de "normalidad", que quiere abrirse paso entre nuevas rutinas, emerja aún más fuerte el deseo de solidaridad hacia los más empobrecidos.

Ojalá las injusticias nos resulten más insoportablemente injustas.

Ojalá la humanidad se sepa más esclava de cosas que parecen necesarias y no lo son, para desear conquistar la libertad que surge del compromiso con la bondad, la verdad, la misericordia, el perdón, la belleza y el amor en todas sus manifestaciones.

Ojalá la gratitud no aparezca sólo cuando la vida nos favorece, sino que sea el resultado de amar al prójimo como a nosotros mismos... como a nosotros mismos.

Ojalá los templos cerrados nos hayan hecho descubrir el templo personal y la liturgia sacramental del amor de Dios encarnado.

Ojalá volver a los sagrarios tenga que ver más con el misterio que con lo divino, sin que una cosa excluya a la otra.

Ojalá los sacramentos sean más vitales y la vida más sacramental.

Ojalá queramos ser mejores -espiritual y humanamente- no por miedo a castigo alguno, o para merecer cualquier bien o reconocimiento, sino como consecuencia de haber experimentado el amor en medio de nuestras luces y sombras.

Ojalá vivamos en carne propia que cualquier violencia, por justificada que ésta nos parezca, mata algo de nuestra propia humanidad en el otro.

Ojalá que, quien tiene responsabilidades sobre otra persona, no quiera para ella nada que no quisiera para sí mismo.

Ojalá entendamos que el planeta no es un gran supermercado sino el hogar común de la gran familia humana.

Ojalá lleguemos a la certeza de que la política, sino es social no es política; y las religiones son un medio y no un fin.

Ojalá nadie: ni persona, ni animal, ni planta, ni nada, se vaya de esta vida sin haber sido amado.

Ojalá…. Ojalá… esta palabra me duele, pues suena a utopía y todo lo anterior es alcanzable, si entendiéramos que la cuestión no es perseguir un horizonte que ya tenemos bajo nuestro pies.

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