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¿Qué haría el sembrador de la parábola con un Smartphone en la mano?



Reflexión sobre algunos aspectos de la evangelización en las Redes Sociales desde la Parábola del sembrador, la cizaña, el grano de mostaza y la levadura. (Mt. 13,3-32).

 Parte de mi trabajo se desarrolla en las Redes Sociales y tiene que ver con la Misión de la Iglesia y sus misioneros; aunque, por coherencia, no puedo limitarme a ser solo “intermediario” o “pregonero”.  Quien está metido en esta tarea de Dios: o es testigo y da testimonio de lo vivido, o es un charlatán con vocación de “pregonero digital” que, a golpe de imágenes, vídeos, textos -y no sé que más recursos- no hace más que convencer a los ya convencidos. Claro está que esto son dos extremos; la realidad humana suele estar llena de matices y, algun@s como yo, andamos a medio camino entre uno y otro lado.

Pero este no es el tema que quiero tratar.

Entre otras muchas cosas hay algo fundamental para el evangelizador en Redes Sociales. Me refiero a la oración, y a la continua actitud orante para contemplar la realidad e interpretarla desde la fe, y así descubrir en ella a Dios palpitante y vivo. Y nada mejor para orar que la Palabra de Dios.

En mi caso he de confesar que esta Palabra no siempre me transmite consuelo y respuesta a mis dudas; a veces me crea desasosiego y mas preguntas que certezas. Pero a estas alturas me temo que a Dios le gustan más los “por qué no” que los “por qué”. Al menos conmigo.

El hecho es que hoy, antes de intentar “sembrar” en las redes alguna idea con sentido, me puse a leer la tan conocida parábola del sembrador (tema sumamente recurrente para mi trabajo). Al principio la leí como siempre, desde la explicación que da de sí la propia Palabra, pero poco a poco fui cayendo en la cuenta de la actitud del sembrador.

Me refiero a que el texto no dice que el sembrador, razonablemente, echara más semillas en la parte del terreno bueno. Dice, simplemente, que sembró indiscriminadamente sobre todos los terrenos. Casi se le podría reprochar que utilizase tan buenos recursos sin tener en cuenta el contexto, a sabiendas de los resultados que se pueden esperar, dependiendo de dónde se esparce la semilla. Vamos, que se le podría llamar derrochador o como mínimo: muy poco previsor.

Caer en la cuenta de esto hizo que mi ángel de la gurda evitara susurrarme al oído:

-       Y tú, cabeza de chorlito: ¿qué tipo de terreno eres?

Librándome de tener que argüir respuesta alguna.

Así que seguí en silencio el camino que había comenzado. Y como no se puede decir del Sembrador que es un derrochador de semillas, pensé:

-       La respuesta debe estar más adelante.

Pero ampliar la búsqueda no hizo más que complicar el asunto, pues la parábola del Sembrador se enlaza con otra: que habla de un sembrador que esparce buena semilla -se sobreentiende que lo hace sobre un terreno bueno, pues no se dice lo contrario- y explica como su enemigo siembra cizaña mientras el sembrador dormía. Se le podría reprochar a este sembrador falta de atención o de seguimiento después de haber sembrado, pero no aparece reproche alguno en el texto. En todo caso explica que no era muy buena idea retirar la cizaña por miedo a perder el buen trigo.

Más aún, cuando vi que esta parábola enganchaba con la de la del “grano de mostaza”, paré… ¡Me parecía demasiado!

Recapitulemos:
-  El primer sembrador siembra indiscriminadamente sin importarle, aparentemente, si se pierden semillas en terrenos no favorables.
-     El segundo, más sensato, sí siembra en terreno bueno, pero eso no le aseguró unos buenos resultados.
-     Para rematar, se reduce la cuestión a una semillita de mostaza, como si nos jugáramos todo en cada semilla.

¿Cómo no me van a surgir más preguntas que respuestas, sobre todo en lo referente a mi trabajo y a la actitud con la que debo desarrollarlo?

-       ¿Por qué mis mensajes, en redes, van dirigidos a aquellas cuentas que considero “buen terreno” y discrimino -con mi lenguaje e imágenes- a aquellas que puedan estar en terreno pedregoso o con espinas, aún cuando esa no sea mi intención?
-       ¿Por qué siembro en función de los resultados posibles y estoy demasiado condicionado por ellos?
-       ¿No será demasiado pretensioso querer ser sembrador, y debería dedicar más tiempo a desarrollarme, como semilla de mostaza, para inspirar a otros con ese proceso? (Me estoy refiriendo a la irrenunciable tarea de evangelizar mientras ejerzo mi trabajo)

Sigamos…

Jesús dice a los campesinos que el Reino de Dios es como sembrar, o podar la viña; que es como decir a pescadores que tiren las redes para pescar, etc. Por tanto, adecúa constantemente su lenguaje al interlocutor. Supongo que de nada vale ofrecer un tesoro si el otro no entiende lo que le estás ofreciendo. Dicho de otro modo: La comunicación no es lo que yo digo, es lo que el otro entiende. (Esta frase se le atribuye a Arturo Gómez Quijano).

-       ¿Por qué sigo utilizando, entonces, un lenguaje e imágenes, tan anacrónicos? Jesús dejó claro que adaptando la “forma” (lenguaje) no se pierde “fondo” (mensaje), todo lo contrario, se hace comprensible y, por tanto, accesible.

Respecto al “supuesto” terreno malo, en relación al bueno; si leo los Evangelios, tomando un poco de distancia, Jesús parece estar más a gusto con aquellos que parecen ser mal terreno. Que se lo digan a: Zaqueo (Lc 19); al centurión (Lc 7); a la adultera (Jn 8); a la mujer que padecía flujo de sangre (Mc. 5,25); a la samaritana (Jn. 4); etc.

Más aún, “se salta” constantemente aquello que es considerado buen terreno: la ley y su "cumplimiento" y se enfrenta abiertamente a aquellos que representan el buen camino: los fariseos. Esta marginalidad le costará cierta credibilidad (Mt. 11,18-19) y, finalmente, la vida.

¿No deberíamos, por tanto, orientar nuestras estrategias, en las Redes Sociales, hacia aquellos que parecen no tener nada que ver con lo que consideramos “buenos terrenos” o “nuestros terrenos”?

¿No deberíamos derrochar creatividad para hacernos los encontradizos con aquellos que se sienten marginales (y/o marginados) ante el mensaje del Evangelio? (Jn. 4)

¿Acaso nos consideramos “buenos” por no saltar fuera de nuestros “buenos terrenos”? ¿Prudentes como mínimo?

Creo que corren tiempos donde debemos volver la mirada hacia nuestros orígenes: al encuentro con Jesús de Nazaret (marginal y perseguido por su coherencia); al grupo pequeño de apóstoles y de amigos seguidores de Jesús; a predicar de dos en dos por los caminos sin miedo a no ser relevantes por ser pocos (sin necesidad de suspirar por Jornadas Mundiales de la Juventud); a la opción preferencial por los marginados (incluso en las Redes Sociales). Y si se quiere, también, a la predicación valiente del Evangelio como hizo Pablo cuando lo llevaron al Aerópago (Hch. 17,19ss). Lo que hubiera dado San Pablo por acceder a internet.

Creo que son buenos tiempos para releer aquella Audiencia General de Juan Pablo II, allá por el año 1998, cuando hablaba de los tan nombrados: “signos de los tiempos”:

“El Espíritu y los signos de los tiempos
1. En la carta apostólica Tertio millennio adveniente, refiriéndome al año dedicado al Espíritu Santo, exhorté a toda la Iglesia a «descubrir al Espíritu como aquel que construye el reino de Dios en el curso de la historia y prepara su plena manifestación en Jesucristo, animando a los hombres en su corazón y haciendo germinar dentro de la vivencia humana las semillas de la salvación definitiva que se dará al final de los tiempos» (n. 45).
Si nos situamos en la perspectiva de la fe, vemos la historia, sobre todo después de la venida de Jesucristo, totalmente envuelta y penetrada por la presencia del Espíritu de Dios. Así se comprende fácilmente por qué, hoy más que nunca, la Iglesia se siente llamada a discernir los signos de esa presencia en la historia de los hombres, con la que, a imitación de su Señor, «se siente verdadera e íntimamente solidaria» (Gaudium et spes, 1).

2. La Iglesia, para cumplir este «deber permanente» suyo (cf. ib., 4), está invitada a redescubrir de modo cada vez más profundo y vital que Jesucristo, el Señor crucificado y resucitado, es «la clave, el centro y el fin de toda la historia humana» (ib., 10). Él constituye «el punto en el que convergen los deseos de la historia y de la civilización, centro del género humano, gozo de todos los corazones y plenitud de sus aspiraciones» (ib., 45). Asimismo, la Iglesia reconoce que sólo el Espíritu Santo, al imprimir en el corazón de los creyentes la imagen viva del Hijo de Dios hecho hombre, puede hacerlos capaces de escrutar la historia, descubriendo en ella los signos de la presencia y de la acción de Dios.”

¿Cómo ser levadura en las Redes Sociales evitando la tentación de ser relevantes (influencer) y andar como humildes servidores de quien es Camino, Verdad y Vida (Mt. 6,3ss)?

¿Por qué no reconocer abiertamente que detrás de las críticas que hacen a nuestro trabajo, muchas veces, hay búsqueda de verdad y frustración justificada por nuestra falta de respuesta, al utilizar un lenguaje ininteligible?

¿Cómo asumir el “programa de vida” propuesto por Dios en Mt. 25, 34ss, para vivirlo en Internet? Eso sí, sin olvidar que el amor a Dios y al prójimo no van en contra de nosotros mismos (Mt. 22,36-40)

¿…?

En estos enredos ando…

Suerte que en mi trabajo los obstáculos, por grandes que estos sean, se viven como un reto, un apasionante reto, y no como problemas insalvables.

Así es la Historia de Salvación de la que somos testigos con nuestras vidas: luz en medio de las sombras. Pero este tema tendrá que esperar, por ahora.

Lo que no puede esperar es la “traducción correcta” del mensaje de amor y de vida que Dios quiere trasmitir a cada ser humano, tal como hacen nuestros misioneros. Ellos, los misioneros, nos dicen, con sus vidas, que esta tarea es posible y más sencilla de lo que parece. Aunque ellos cuentan con una gran ventaja: la poca distancia entre lo que dicen y lo que viven. Esto nos deja ante otra cuestión fundamental: nuestra tarea no es sólo la de “traducir” o "dar a conocer", si no la de amar mientras nos hacemos entender e intentar implicar a otros en la hermosa tarea de la Misión.

Y entre estos enredos me despido…

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